lunes, 25 de mayo de 2009

Cantabria...


En la calle Pio Baroja de Madrid está la Casa de Cantabria. Es un bello caserón cántabro que Carlos de Riaño forró de mármol viejo tostado. Nada más llegar, todavía en el jardín, me recibe, maestro de maestros, Gerardo Diego. Su estatua, de reciente fragua, aparece ya ilustremente cagada por las palomas. Es domingo y hay silencio. Sólo se oye al poeta.

A la brisa, a la abeja, a la hermosa
el rosal puede dedicar la rosa.
Al poeta, al grumete, a la doncella
la noche puede dedicar la estrella.

Si eres tú misma el rosal y las rosas,
la noche de mi verso y sus estrellas,
¿a quién dedicaré este breve cielo,
este arbusto, esta fuente, este desvelo?


Por dentro, nostalgia de la mar y nostalgia de los bosques húmedos. Y alegrando sus paredes cuadros de Pilar Calzada, estallido de luz blanca para crear los colores del otoño, y de Ana María Muñoz, granizada de sueños salidos de un incansable y mágico pincel.

Olea, Santoña, Somo... ¡despedidme de los pájaros!



2 comentarios:

  1. No entiendo lo de los pájaros.
    ¿Tan buena es la exposición?

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  2. Este verano estaré en la UIMP procuraré encontrar a los pájaros.

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